La Dieta Mediterránea es una valiosa herencia cultural que representa mucho más que una simple pauta nutricional, rica y saludable. Es un estilo de vida equilibrado que recoge recetas, formas de cocinar, celebraciones, costumbres, productos típicos y actividades humanas diversas. Las características principales de esta alimentación son un alto consumo de productos vegetales, pan y otros cereales (siendo el trigo un alimento opcional), el aceite de oliva como grasa principal, el vinagre y el consumo de vino en cantidades moderadas. La UNESCO inscribió la Dieta Mediterránea como uno de los elementos de la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Numerosos estudios científicos han apuntado las razones por las cuales el aceite de oliva es preferible desde el punto de vista de la salud a otros tipos de grasa e incluso a otros tipos de aceites vegetales. El ácido oleico es considerado como un agente antitrombótico en comparación con los ácidos grasos saturados. La mayor parte de los estudios de intervención sobre las enfermedades cardiovasculares han demostrado que los ácidos saturados son aterogénicos, mientras que los ácidos grasos monoinsaturados disminuyen los niveles de colesterol total. Pero así como los ácidos grasos monoinsaturados (y también el aceite de oliva) producen una disminución de los niveles de colesterol-LDL (factor de riesgo en las enfermedades cardiovasculares) y mantienen los niveles plasmáticos de colesterol-HDL (factor protector), los ácidos grasos poliinsaturados sólo disminuyen el colesterol-LDL. Respecto a los ácidos grasos poliinsaturados, el ácido oleico presenta la ventaja de que es más resistente a los fenómenos oxidativos, lo cual resulta beneficioso dada la implicación de los procesos oxidativos en el desarrollo de la aterosclerosis. El aceite de oliva aporta antioxidantes como la vitamina E y compuestos fenólicos.
Autor:
MARÍA RODRÍGUEZ-PALMERO Doctora en Farmacia. Facultad de Farmacia. Universidad de Barcelona
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